Translate

domingo, 3 de mayo de 2015

Un hecho inesperado...

Desde pequeña hasta poco después de haber iniciado mis estudios universitarios, me había sentido invencible, una persona sumamente fuerte y que podía superar todas las adversidades de la vida.
Luego, exactamente en el tercer semestre de mi carrera, ocurre algo imprevisto, me enfermo terriblemente, no por el hecho de sentir fiebre, o dolor de cabeza, ¡no! De repente no puedo mover libremente mi brazo y pierna izquierda, a tal punto de no poder caminar al día siguiente. Me llevan con un médico general y me envía vitaminas porque supuestamente era cuestión de una contracción muscular. Al día siguiente por no ver mejoría me llevan a la emergencia de una clínica donde durante todo el día me vieron distintos especialistas, tras varios estudios una excelente doctora me dice “tengo una mala y una buena noticia. La mala que si tienes algo, y la buena que hay tratamiento para eso” y me confirma que tengo esclerosis múltiple. Waao me veía ante una circunstancia totalmente desconocida. Mi primera reacción no fueron lágrimas, ni tantas dudas, afortunadamente tuve doctores y personas que me explicaron lo que era mi enfermedad.
Logré recuperar la movilidad por completo. Decidí seguir con mi vida normal, no cambié, sólo me cuidaba un poco más, asumí desde el primer día el reto de tener que inyectarme yo misma, me esforzaba al máximo en mis estudios y daba mis descansos.
Allí estaba yo, con ciertos cambios, pero continuando mi vida…
Seis meses luego de iniciar mi tratamiento, me da una recaída, mi primer brote luego de ser diagnosticada, esta vez me comprometió la vista del ojo derecho, a tal punto que aún veo borroso. ¡Mejoré! Al año siguiente otro brote, y así me dieron varios brotes por año. Y estaba yo haciéndome la cantidad de preguntas que no me surgieron al principio, surgió la inseguridad, el miedo, brotaron las lágrimas, la tristeza.
Esa persona tan segura e indestructible se había ido, empecé a pensar diferente sobre mí misma, me empecé a sentir tan insegura de todo, hasta de mi manera de actuar en los estudios, hasta de mi forma de pensar. A pesar de todo continué mis estudios sin congelar como muchos me decían, luche y luche sin parar contra el cansancio.
Más adelante deciden cambiarme el tratamiento luego de un poco más de dos años, en esta ocasión para una pastilla, que hasta los momentos me tiene sin brotes desde que la empecé hace un año y tres meses.
Aquí estoy en el último semestre de mi carrera “Nutrición y Dietética” sólo faltándome mis últimas pasantías y el trabajo de grado final.
No puedo decir que todo es color de rosa, que no siento nada, que no siento miedo y temor, que no hay días que cuestiono todo, pero sigo luchando con todo eso. Ahora puedo decir que esta enfermedad además de momentos muy tristes me ha permitido conocer mi verdadera fuerza, esa que nace en el momento de cansancio máximo, esa que nace también de las ganas de ser mejor cada día y de ayudar a todas las personas que lo necesiten. Y además contar con el cariño sincero de personas que aunque nos separe la distancia siempre están presentes en momentos tristes y alegres de mi vida. Hoy por hoy conozco más mi organismo, escucho mejor las señales de alerta, y me atrevo a decir ¡basta!
Att: @miEMylademuchos